sábado, 1 de marzo de 2008

Benedicto, Malerecto XV
























De Benedicto escribo la presente,
sin más motivo que cantar su fama
de un hombre que Dios ama
y esparcirla hasta el quinto continente
de un mundo que lo adora y que lo aclama:

El santísimo Ratzinger y excelso,
sabio anciano de bárbara nevada,
ya por su estocada,
al converso confunde con Luzbelso
y al moro, con morcilla y ensalada.

La injusticia lo pone muy histlérico
(ya desde joven de ese cáliz bebe,);
y, al mirar a la plebe,
si, en la paz, no halla paz, se pone bélico
con un nazionalismo que conmueve;

Y tan sensible es que lo entristece
saber que, hoy en día, aún hay desventuras,
y con miras futuras
le alegra dar fin –si es que pudiese–
a la pobreza, al judaísmo, a su amargura.

Este Papa le ganó al Diablo la guerra
que, al verlo, dormir quiso el sueño eterno
en su modesto averno.
¿Con tal santo imperando nuestra tierra,
a quién le asustará su manso infierno?

Por piadoso, por longevo y enrollado
lo nombró el Vaticano San Pío “Nono”
y trocó al hombre en mono
y creyó que era Israel, muy extasiado,
de Auschwitz sucursal fiel a su trono.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿pero era nazi o no este muchacho?la verdad es que yo no sé nada,¿de donde saco para informarme, porque la biografia es muy bonita?

Anónimo dijo...

Muy bueno.

Augusto Mónaco dijo...

Respondiendo al primer usuario: Benedicto no era nazi, sólo participó de la juventud hitlerista (como muchos en su época) y creía que matando a todos los judíos el mundo sería un lugar mejor (como muchos en su época), pero nada más (salvo su rencor a los homosexuales, los divorciados, los abortistas, los musulmanes, los cristianos liberales, los escandinavos, los opositores y los cantantes pop).

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